En democracia es muy difícil esconder las cosas indefinidamente, así que sale al conocimiento público todo, o casi todo, de cuanto sucede en los ámbitos de la sociedad, nada comparable a lo ocurrido en nuestro pasado, en el que lo negro que ocurría en el franquismo no podía publicarse, por eso al hablar menos de cualquier cuestión parecía que no existían problemas.
Ninguno de los que braman contra la corrupción actual, se preocupaba entonces por el coste de construir los cuarteles o los mercados del franquismo. La gente no contaba nada aunque descubriera chanchullos en el cemento de los puentes, de los bloques, o de las presas. En Ribadelago el 9-01-59 revienta la presa inaugurada por Franco el 25 de septiembre, dos meses y medio antes. Un pueblo destruido y 144 muertos aquel mismo día. En el juicio se dictaminó, entre otras, la deficiencia de materiales en la construcción de la presa.
Nadie conocía por qué ese personaje tenía licencia de importador de motos Vespas, o por qué se construyeron puertos o aeropuertos en lugares donde los conocemos hoy. Nadie sabía qué méritos tenían quienes gobernaban empresas del INI, o quienes contrataban con el Estado, por ejemplo vendiendo botas al ejército, o por qué razón ese individuo ejercía de alcalde y el otro llegaba a obispo (los proponía Franco)…
Un buen amigo, castellano, me contaba como en su zona agraria los campesinos llevaban el grano al almacén central y antes de ser pesado se sacaban dos paladas para el jefe del servicio. El que protestaba, se quedaba sin cobrar nada, porque el grano era defectuoso. Ni que decir tiene que este ejemplo, o casos muy similares, ocurrieron normalmente en toda España durante muchos años y nunca fueron comentados por los bociferantes de hoy.
Camiones de suministros materiales o alimentarios dejaban un saco o caja en las puertas de la ‘autoridad competente’, para poder seguir comerciando en el pueblo. Corrupción fue la evasión de capitales a Suiza durante los 50. Existen datos de individuos e importes. Las quiebras fraudulentas es uno de los métodos como la de Manufacturas Metálicas Madrileñas que implica a Nicolás Franco. O el caso Matesa en los 60, que dejó 10.000 millones con el Crédito Industrial, banco público, o Sofico en los 70, que dejó colgando 13.000 millones a miles de personas. O Redondela poco antes de morir Franco, donde desaparecieron mas de 4 millones de kilos de aceite. El aceite de colza en la transición dejó cientos de muertos y miles de afectados.
Pegado al suelo al cemento y los ladrillos siempre hubo sinvergüenzas. Madrid, Banús, el Barrio de la Concepción, la primera fase se construye con una densidad de 793 habitantes por Ha, lo normal en un barrio son 200 personas/Ha. Dejémonos de paños calientes, en la ampliación del barrio de la Concepción pasó a 2.425 personas/Ha. Tenía autorización legal para 600 por Ha. Este ejemplo de un solo barrio de Madrid, se extiende a muchos otros de grandes ciudades españolas, donde se construyó en zonas verdes o sobre barro.
Corrupción también hubo en las privatizaciones de empresas estatales a buenos precios y colocando a los amigos del alma en los puestos de presidencia de esas nuevas compañías privadas que eran de todos los españoles. El Tribunal Supremo acaba de reconfirmar que en 1.992 el concejal del PP Huete, siendo alcalde Álvarez del Manzano, venda la funeraria de Madrid por 100 ptas. cuando su valor era de 1.240 millones. Naturalmente otro caso del que sabemos poco fue el Tamayazo en las elecciones de Madrid, pero los de Intereconomía braman contra la corrupción socialista. También lo es, que hoy los directivos de grandes empresas españolas cobren un 70 % más de sueldo que los de las grandes empresas alemanas o inglesas.
Así que bienvenida sea la nueva etapa de lucha contra la corrupción, por fin algo serio. A por ellos, a la cárcel.
Buen artículo sobre el tema, de Xavier Vidal-Folch.
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