lunes, 8 de febrero de 2021

Inútiles de mierda. O peor aún…


Las máquinas públicas no fueron utilizadas porque el servicio en sus zonas de la región fue privatizado en noviembre. Camiones quitanieves de la Comunidad de Madrid INMOVILIZADOS estaban en la base de las brigadas de conservación de carreteras de Chapinería.

Andalucía y Murcia mandaron quitanieves a Madrid para ayudar a una región desbordada por el temporal Filomena, pero en el propio territorio madrileño había máquinas de este tipo que no entraron en acción. Al menos nueve que son propiedad de la Comunidad de Madrid permanecieron en sus bases en la sierra. Se encuentran aún a la vista, aparcadas en los centros donde trabajan empleados públicos dedicados a la conservación de las carreteras regionales. En noviembre, la Comunidad entregó esa tarea a dos empresas que operan con sus propias máquinas y personal, de modo que los recursos materiales y humanos de la Comunidad que hicieron esa función hasta la campaña de invierno del año pasado han quedado sin uso.

El desaprovechamiento de estos recursos es una nueva sombra en la gestión de la borrasca Filomena, que ha causado daños de cientos de millones de euros en la región según estimaciones preliminares. …

La Comunidad se preparó para la nevada con 57 máquinas quitanieves y el Ayuntamiento de la capital con otras 66, según sus anuncios del día previo, en los que detallaban sus recursos para inclemencias invernales. Los militares de la UME aportaron otras 16 cuando el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso solicitó su ayuda, a las 22.38 del viernes. Días más tarde se sumaron 11 máquinas de Andalucía y 6 de Murcia.

Según un portavoz del Gobierno regional, que corrige la información de una de sus notas de prensa, el mismo jueves 7 de enero sumaron a las 57 que habían anunciado otras tres quitanieves y el martes 12 otras cinco.

Las quitanieves que la Comunidad no utilizó se encuentran en los pueblos de Chapinería, en el oeste de la región, y de Gandullas, en el norte. Cinco están al aire libre en una nave vallada en el primero de estos municipios. No se han movido desde la campaña invernal 2019-2020. Tienen su depósito de sal montado en la parte trasera y en el frontal la placa donde son acopladas las cuchillas. Estas están desmontadas, sobre el suelo en un rincón de la nave. Junto a los camiones hay una vieja motoniveladora, un vehículo quitanieves de seis ruedas que también permaneció aparcado durante la nevada. Otras cuatro quitanieves en la base de Gandullas tampoco han sido usadas.

Privatización gradual

La conservación de las carreteras madrileñas es una tarea que ha sido privatizada gradualmente desde mediados de los noventa. La Comunidad de Madrid paga 25 millones al año a siete empresas que actúan en nueve áreas de la región. Las empresas son Aceinsa, Durantia, Viabal, Reynober, Obras Y Servicios Sgasa y una unión temporal de las empresas Ferrovial y Cespa.
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El trabajo ahora cedido a empresas incluye la campaña de invierno, la limpieza de accidentes, la colocación de hitos y señales o el pintado de las carreteras. Para la plantilla de conductores de la Consejería de Transportes, apuntarse a la campaña invernal de seis meses era un plus salarial de unos 10.000 euros al año. Era un trabajo que en esas dos zonas hacían unos 50 trabajadores públicos entrenados tras superar cursos para manejar quitanieves. Según les ha dicho la Comunidad las empresas harán ese trabajo por menos coste. Los sindicatos lo niegan.

“Es la táctica de siempre. Vas abandonándonos poco a poco y luego te inventas que no tienes personal como excusa para privatizarlo”, protesta uno de los conductores de la plantilla pública, Francisco Fadrique, que a su vez es portavoz del sindicato Cobas.

Varios trabajadores consultados, que piden anonimato para evitar represalias, aseguran que todas las máquinas quitanieves funcionan bien. Las cinco quitanieves de Chapinería tenían pendientes sus ITV entre abril y octubre de 2020. Creen que si el Gobierno regional hubiera actuado rápido podrían haber superado la revisión y estar listas para el temporal. “Hasta el año pasado estuvimos utilizándolas sin problema”, dice una persona del equipo. “Estábamos preparados pero no nos llamaron”.

‘Filomena’, cronología de un desastre a cámara lenta en Madrid
Los meteorólogos advirtieron de forma precisa y en sucesivas ocasiones de la nevada del siglo en la capital desde el 31 de diciembre, pero las emergencias reaccionaron tarde. En lo peor de la tormenta, el Ayuntamiento ordenó a sus autobuses seguir circulando.

Los Bomberos de Madrid se enfrentaron a ‘Filomena’ sin cadenas en sus vehículos
El plan de emergencias sí prevé que dispongan de ellas, pero al no tenerlas muchos camiones no pudieron operar y otros quedaron bloqueados cuando el temporal trajo un 400% más de intervenciones.

Quedarse sin estado es una mala salida para la ciudadanía, cuando vienen mal dadas, solo el Estado resuelve los problemas de todos. Si durante años se va privatizando lo público, llegan las pandemias y no hay médicos suficientes, ni enfermeros, ni camas de UCI... aunque haya hospitales, total o parcialmente privatizados, tienen plantas sin abrir, UCI's sin poner en marcha... fueron los negocios de Aguirre, hospitales que nos han costado muchísimo más dinero que el que fuera contratado, mucho mas que si fueran hospitales públicos, los negocios son continuados ahora por Díaz Ayuso. El presidente del Real Madrid acaba de vender el hospital de Puerta Hierro a un fondo de inversión, que priorizará el negocio, los beneficios privados, sobre la atención sanitaria a la ciudadanía. No hay personal sanitario suficiente, mal pagados, contratados por apenas semanas, a los que exigimos que nos salven de morir, mientras con nuestro dinero pagan a los amiguetes de los negocios privados. No hay personal que atienda las carreteras, así cuando nieva, solo le queda a usted clamar al cielo, pero el negocio ya se hizo porque hay que pagarlos.

sábado, 6 de febrero de 2021

Pandemia de sectaro-virus. Gil Calvo

Un extracto de: ‘Sectaro-virus’. Enrique Gil Calvo. 19-01-21

Si no quieres caldo, toma dos tazas. Nada más empezar el año de la vacuna, que venía a salvarnos de los desastres del anterior, se nos han venido encima nuevas catástrofes fatídicas, del autogolpe fallido de Trump (no hay mal que por bien no venga) a la tormenta perfecta Filomena (puntualmente anunciada por la Aemet) y el clamoroso fracaso de nuestras administraciones públicas para enfrentarse a ella con una mínima profesionalidad. ¿Qué está pasando?

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Una pandemia de sectaria politización que lo contamina todo y que va a más porque no tiene cura ni tampoco vacuna. Es el sectaro-virus afín al coronavirus que se ha hecho endémico entre nosotros.

En efecto, el fracaso de la gestión de Filomena se debe al mismo mal que explica el fracaso en la contención de la pandemia, pues no sólo el sistema sanitario sino todos los demás servicios públicos están afectados por el spoil system que captura y coloniza todos los cargos gestores de las administraciones públicas. A diferencia del resto de Europa, donde los niveles directivos de los organismos públicos están ocupados por técnicos imparciales, aquí están okupados por cargos de confianza sometidos a la disciplina de un partido: es decir, por comisarios políticos que no piensan en cómo servir con eficacia al interés público sino al interés sectario de su partido.

En consecuencia, nuestros servicios públicos están corroídos por el virus de la politización tanto por abajo como por arriba. Por abajo porque los recortes presupuestarios y las privatizaciones los han diezmado y externalizado, y ya no quedan barrenderos, basureros y jardineros como tampoco quedan celadores, enfermeros ni médicas de familia. Y por arriba porque los responsables de gestionarlos y liderarlos los utilizan no para los fines que les son propios, que es resolver problemas sociales, sino con un triple objetivo partidista: constituir una reserva de cargos a distribuir como recompensa entre sus redes clientelares, usarlos de escaparte propagandístico en el marketing electoral (del efecto Guggenheim al efecto Hospital Zendal) y esgrimirlos como armas y escudos en la lucha política por el poder.

A todo esto, el contagio del endémico sectaro-virus se multiplica en lugar de reducirse, al pasar del anterior bipartidismo al emergente multipartidismo, y del antiguo gobierno monocolor al nuevo gobierno de coalición bipartito. Y como no existe ninguna vacuna contra el sectarismo, habrá que esperar a que emerja espontáneamente la inmunidad de rebaño cuando todos estemos ya infectados.