Una
pregunta surge en torno a errores cometidos, tendencias no previstas, inadaptación
a cambios en la realidad… ¿el PSOE tenía, o podía tener, recursos intelectuales
suficientes para conocer y difundir en su partido que pudieran haber minorado los
desastres?, sin ninguna duda. De no contar con ellos dentro de su estructura,
los podía encontrar a su disposición en empresas y universidades, en la
Administración y sociedad civil…, el problema es que el partido de la etapa
Zapatero no atendía demasiado las valoraciones ajenas. Ni sus dirigentes en los
órganos centrales e intermedios, ni en las agrupaciones locales. No fue cierto
que nadie supiera ni dijera nada de aquella burbuja inmobiliaria y de crédito,
u otros problemas de la crisis española.
Lógicamente
la impermeabilidad en partidos de gobierno es más visible por las
consecuencias, pero igualmente se produce en los partidos pequeños, con excesivo
culto al jefe, el parco funcionamiento de equipos y la excesiva ideologización
de posturas contrapuesta a racionalizar alternativas concretas a problemas
concretos. Este es un problema generalizado en todos los partidos que llegan a
despreciar sugerencias o estudios que no cuadran con sus posturas previas;
conocidas son las actuales tensiones y fuertes discrepancias del PP con
gabinetes de estudios y fundaciones cualificadas de la derecha en propuestas
anticrisis.
La
legislatura municipal arrancó en 2007, año en el que explotaron las hipotecas subprime en EEUU, cuya burbuja
inmobiliaria se desinfló en 2006, que es cuando los precios de la vivienda
frenan como consecuencia de la subida de tipos de interés de 2005, y en meses
comienzan a caer, comportamiento paralelo al manifestado en España. La quiebra
de Lehman Brothers se produce en
septiembre de 2008, comienza la crisis financiera internacional. En España la
burbuja inmobiliaria llamaba la atención a mucha gente desde años antes, Mariano
Guindal, en ‘El declive de los dioses’ Planeta 2011, pp 459, relata una
conversación con Miguel Sebastián, responsable del programa económico
socialista, en campaña electoral de 2004, éste advertía de la gravedad de la burbuja
española y su inevitable estallido, que se llevaría todo por delante empezando
por los bancos, entonces era hombre de confianza de Zapatero, cuando los socialistas
ganaron las elecciones generales, no aceptó ser ministro de economía -pasó a la
oficina presupuestaria, gabinete económico de Zapatero, años después fue nombrado
ministro-.
En
los municipios, al menos ante las dudas, el sentido común y el desplome de
ingresos tributarios municipales indicaba que se debía haber frenado en lo
posible todo proyecto no esencial, frenar el desarrollo desbocado de tanto gran
proyecto realizado a la vez, reducir la grandiosidad del CREAA, dejar sin
construir algún centro cívico, o aparcamiento, etc.
Faltó
comunicación, interrelación con el mundo exterior al partido, en las sedes
centrales del partido y en las locales, comunicación no solo es contar cosas,
sino convencer a la ciudadanía de que lo que vive es lo que pasa, -aquel
sistema financiero español del que debía aprender el mundo, se convierte hoy en
la campaña de recuperación del PP, choca con la realidad de la gente que vive
destrozada, y en aquel entonces de Zapatero con un sistema financiero quebrado-
Para la campaña de municipales de 2011, estaba claro que no habían entendido la
situación que atravesábamos, actuaban como si no hubiera ocurrido nada
especial, en los programas electorales continuaron hablando de grandes
proyectos y planes de desarrollo, en un país que transitaba la senda de ser
rescatado e intervenido desde mayo de 2010. La cuestión no es que hubiera gente
soñadora, necesaria en toda colectividad, lo importante es que los partidos
políticos, deberían tener mayor funcionamiento como equipos, ya que son o
deberían ser órganos colectivos, con puertas y ventanas abiertas para buscar
opiniones distintas que puedan relativizar los sueños y hacerlos posible a
tamaño real. Lo que importa en la calle es el resultado, pero éste dependerá
mucho del funcionamiento abierto o cerrado, de la democracia interna, de la
relación electores elegidos.
En
España está sobredimensionada la figura
del pope político, e infravaloradas las fuerzas locales, en todos los
partidos del arco ideológico incluidas las nuevas propuestas, la militancia
local parece limitada en gran medida a preparar los acontecimientos para la
presencia de los personajes significativos y a transmitir documentos de las
centrales. Pero la vida diaria necesita esos individuos y sus opiniones y sus
errores, su participación en debates y decisiones, sin necesidad de esperar al
gran personaje; de tal forma que si no se entrena la participación luego se
generan militantes pasivos que generan mayores errores al dejar las decisiones en
poder de gente muy alejada. Este es un problema que no aprecian en los partidos.
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