El
espíritu científico está reñido con la verdad impuesta, actuar como si tuviera la
verdad absoluta, amén de ser una necedad científica, muestra una vaguería total
para interpretar problemas, sus causas y posibles salidas, lo cual lleva al desastre
político. Las experiencias mostradas por los responsables del PP en años anteriores,
son abundantes, la última las aseveraciones del fracaso de la candidatura de Madrid
en tiempos de Zapatero imputadas a su política exterior ¿y ahora?, por no hablar
de los graves errores de diagnostico sobre la crisis, imputada a Zapatero, que ha
provocado lógicamente su nulidad para encontrar salidas, etc. etc. y aquí la muestra es el regidor municipal siempre hablando de los otros sin mirarse lo suyo.
La
seguridad, lo que algunos llaman firmeza, casi siempre es ignorancia utilizada
como coartada para imponer una sola interpretación del mundo, la suya, of course, y con ello justifican atacar a
los otros, los que opinan diferente, no es una broma menor, la ignorancia y
cobardía deslegitima a quienes lo practican, a los que abrazan la
intransigencia para imponer su criterio. –Es el estilo de la verdad absoluta
del Purgatorio, ¿cuántas torturas costó históricamente?, ahora otro Papa dice que
es mentira–
La
verdad firme e inmutable se parapeta tras la religión, necesita abrazarse a
ella para buscar protección, y también tras los símbolos, así lo vemos en las
posiciones ultras y dictaduras. La intransigencia fabrica problemas, no
soluciones, enmierda las relaciones
sociales y genera exclusión de las minorías –que sumadas son mayorías-,
pretende expulsar ciudadanos de la colectividad, fuera de la sociedad común. La
verdad firme, sin titubeos, es bastante machista, -con un par dicen algunos- necesita
de la represión para extenderse, por tanto en sus acciones políticas intentará
reducir la igualdad de derechos y la libertad de la ciudadanía.
En
política es habitual encontrarse con individuos protestones, que tapan sus carencias con insultos, arropados por partidos, apoyados en sus cargos, y a veces
por dinero –toda entrega de dinero en la forma que sea, metálico o apoyo indirecto,
supone una compraventa interesada- y jaleados por sus palmeros; si fueran
individuos aislados supondría un problema, pero se agravaría tratándose de
cargos electos, a los que se les debe pedir relatos sobre la crisis económica,
la crisis política, los problemas de competitividad y crecimiento, los peligros
del deterioro medioambiental, climático, de las causas y efectos de la
globalización y los emergentes… Los relatos explicativos de las cuestiones anteriores,
causas, efectos, alternativas, dudas, fuerzas posibles, costes, dificultades,
etc. etc. brillan por su ausencia en la vida política española.
Las
tareas de construcción desbordaron al alcalde, su espíritu pendenciero le lleva a gastar en riñas demasiadas
fuerzas, que luego no encuentra para construir; conseguido su objetivo de ganar
y poner a los socialistas contra las cuerdas, es incapaz de liderar un trabajo
en positivo, no sabe construir en la dirección de futuro. Empezó como elefante
en cacharrería y sigue, como si el porvenir de este pueblo no fuera con él. El
pueblo no tiene más debates que antes, ni soluciones sobre problemas, no tiene
mejor convivencia, ni mayor participación vecinal, la desigualdad aumenta, no
hay menos pendencias, ni se producen más intentos municipales por convencer de
lo justo.
El
alcalde cayó en la ciénaga de la venganza desde los primeros días, siguiendo
sus impulsos, desde luego, pero también empujado por algunos desde sus propias
filas que le están llevando a ser el peor alcalde Alcorcón de los últimos 35 años.
El
cargo de Alcalde de Alcorcón le queda muy grande, carece de un mínimo sentido
de estado, en este caso concreto, sentido de sociedad, de colectividad
ciudadana, las tareas desbordan su capacidad de dirección y gestión política, y
media legislatura ya es tiempo suficiente para apreciarlo.
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