Las
movilizaciones son un hecho –todavía muy alejadas del ritmo y profundidad de las
movidas de la Transición que constantemente rompían los cauces
establecidos- las actuales son acontecimientos de envergadura para la sociedad actual y para
cualquier partido político cuyo ruido debería retumbar por todos los rincones
de las militancias, porque ellos no lideran, no dirigen y fuera de su entorno hay centenares de
líderes naturales, miles de personas comprometidas, dotados de alta capacidad de
organizar oposición a tanta agresión y sabiendo aglutinar voluntades. Ambas
fuerzas, partidos y movimientos, conviene a todos que se unan, los partidos tradicionales para subsistir
y los miles de activistas que están fuera de ellos para lograr mejores
resultados.
Nos quieren robar esta sociedad (30/4/y 2/5 -2010)
La España democrática es el
resultado de muchas fuerzas luchando, y por supuesto no en la misma dirección,
la correlación de fuerzas es la que trajo como resultante la sociedad actual,
que podría no ser ideal para ninguno de los actores en lucha, pero que no es la
franquista, ni la aperturista, ni la pequeña democracia de sectores afines al
Régimen, a pesar de que haya sectores, como la judicatura, que hayan cambiado
poco, es cierto, pero otros como el militar sí lo hicieron. Da igual lo que
cada uno creyera que podría conseguir, o las motivaciones que le impulsaran a
luchar, el resultado es producto de lo que empujaron todas las fuerzas en
direcciones diferentes, el resultado recoge la correlación de fuerzas reales,
no las ilusiones o creencias de cada uno, pero en ese resultado hemos
participado todos los que queríamos una sociedad nueva.
Hay ultraizquierdistas que se avergüenzan de calificar lo conseguido, como muy positivo y no reconocen haber contribuido a crearlo, no quieren responsabilizarse del gran salto adelante producido en la mejora de las condiciones de vida de millones de españoles, y que en la década del 85/95 se creara el Estado de Bienestar que cubre a toda la población, por primera vez en nuestra historia.
Durante los años ochenta, los nacidos en la República miraban para atrás y solo veían penurias y sangre pero mirando para adelante las perspectivas mejoraban. Los nacidos en la posguerra, los cuarenta y cincuenta mirábamos para atrás y veíamos franquismo que al mirar hacia delante era manifiestamente mejorable. Ahora, si los nacidos después de los setenta miran para atrás verán mejores cosas que las que se aprecian mirando al futuro. Con la democracia todos los españoles mejoraron su situación, y para la mitad de ellos, entre los que están los derrotados de la República y franquismo, destrozados durante décadas, lo conseguido fue una revolución. Que ahora se produjera un retroceso en lo económico no debería permitirnos aceptar una derrota global y un retroceso en lo político y social.
El franquismo fue una etapa negra,
corrupta como ninguna, triste, despiadada y represiva, para millones de
personas, sin comida, sin calor, sin ropa, sin agua, sin médicos, sin escuelas,
sin trabajo, imposible hablar de paro, simplemente no había nada de trabajo. En
los años cuarenta y cincuenta, un millón de españoles abandonan sus míseros
pueblos para buscar vida en Madrid, desde el 60 al 75, un millón emigran a
Cataluña, medio millón a Valencia y trescientos mil a Euskadi, procedentes de
pueblos en cuyas casas no tenían agua, había que ir a la fuente por ella,
carecían de instalaciones de electricidad colectiva un tercio de los pueblos,
en sus calles sólo había barro, más de la mitad sin alcantarillado, lavando en
arroyos y lavaderos, con agua fría, menos de un 5 % de pueblos rurales tienen
teléfono, los hijos no podían estudiar y cuyo destino solo era el de jornaleros
u obreros, cuatro millones de analfabetos, dos millones de niños sin escuela,
de cada 1.000 niños en edad de bachiller solo estudiaban 320, 5.800.000
viviendas familiares, según el INE, estaban en estado ruinoso 2.400.000. (Hoy
25 millones de viviendas, 4 millones más que familias, y 1 millón sin vender,
es una parte de la crisis), por encima de 1 millón de obreros en paro, más 2
millones emigrados a Europa en los 60/70, y otros 2 millones emigrados a
América anteriormente, de una población total de 36.000.000 en 1975.
Gentes, aún franquistas, recordaban como los viejos morían sin asistencia, sin conocer más que sus pueblos, nadie conocía la sanidad, ni la educación, ni que los mayores viajaran, que los parados cobraran... esto se puede alargar mucho mas, porque mucho más grande fue y comenzó a mejorar con los ayuntamientos democráticos y los barrios que rodean las grandes ciudades a comienzos de los ochenta empiezan a construir otra sociedad. Esta fue una de las razones principales que explican el frenazo de las luchas sociales al final de la Transición, el desencanto, que disolvió movimientos y organizaciones y llevó a mucha gente a sus casas, en realidad lo que sucedió era que millones de personas conseguían por fin sus sueños.
Algunos ultraizquierdistas tenían otras perspectivas de sociedad que no se consiguieron, y por ello nunca se reconocieron en el modelo de sociedad que surgió de aquella época, rechazando hasta el término, sociedad democrática, y así muchos individuos que fueron actores de primera línea durante el franquismo y la Transición, que con su esfuerzo contribuyeron a los cambios sociales que han conseguido en esta sociedad democrática, han terminado apoyando la historia interesada de que la sociedad actual la fabricaron otros, o que fue conseguida por el Rey y unos cuantos franquistas, o por las cúpulas de los partidos de izquierda pactando con los de la derecha. Han confundido el no pudimos hacer mas, con el no hicimos nada, han malinterpretado el no pudimos vencer con el nos derrotaron.
Esa historia edulcorada está muy lejos de la realidad, ya que sin las múltiples luchas políticas y sociales de gentes sin adscripción alguna, antifranquistas de todo tipo, desde la extrema izquierda, anarquistas, marxistas, comunistas varios, hasta los demócratas, pasando por todo tipo de movimientos sociales, feministas, ecologistas, cristianos, sin la movilización de estas fuerzas hubiera sido imposible llegar a la democracia que conocemos y vivimos. Todas estas fuerzas se unieron con la derecha española que por una vez logró separarse de la derechona, -comandada por Suarez- y conseguimos, torcer voluntades de millones de franquistas y poderes fácticos nacionalcatólicos que no querían la sociedad democrática que salió como resultante.
Rechazar lo logrado es estar ciegos políticamente, porque otros tratarán de apropiarse de ello, llenando el vacío que hemos dejado. Con la llegada de Aznar al poder, comienza una nueva etapa de reagrupamiento y consolidación de la nueva derechona española a la que se van sumando todo tipo de ultras, reconvertidos, neocons, aprovechados, fascistas, franquistas, y desengañados, que utilizan como púlpitos los ultramedios, (vistos desde Madrid, Intereconomía, Veo7, El Mundo, Libertad Digital, Telemadrid, La COPE), además de la Iglesia, FAES, sectores de la judicatura, de la patronal y sectores del PP. Desde el comienzo están arrogándose el mérito de lo conseguido precisamente aquellos que estaban en contra, y están elaborando un nuevo discurso de interpretación de la historia a su conveniencia.
La idea ''todos los políticos son iguales'', es una gran mentira ampliamente extendida por el pensamiento reaccionario que pretende paralizar los esfuerzos de análisis y crítica social, pero la idea se instala tanto en la derecha como en la izquierda. No, no todos son iguales, y menos aún cuando la derecha española vuelve a estar sometida a la derechona que está empujando y quiere profundizar una gigantesca remodelación de la sociedad, construida después del franquismo. Nos lo están quitando, con poca oposición y vuelven las sensaciones de juventud, nos quieren echar de este lugar y tiempo, quieren quitarnos hasta la memoria y robarnos lo que es nuestro.
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