domingo, 4 de agosto de 2013

Balance.4. De como abordar conflictos

La limpieza, ya saben, es cosa de dos partes; una consiste en ensuciar poco y la otra en limpiar mucho.

La primera, ensuciar menos, tiene bastante que ver con la educación, del pueblo español, no solo de los alcorconeros, este es un aspecto abandonado. Inculcar valores en los colegios e institutos, en los tajos, en los centros cívicos y organizaciones ciudadanas, sí, también en los partidos y sindicatos… requiere esfuerzo, y buscar compromisos, pero buscar la participación de los otros, intentarlo con fuerzas, implica reconocer que los otros existen con iguales derechos y oportunidades y que en los problemas colectivos las soluciones reales y duraderas solo podrán ser colectivas, a mayor participación mejor solución más duradera… probablemente no tendrá resultados a corto plazo, pero es la única forma de mejorar a largo plazo, supone preocuparse de la ciudadanía, -de personas responsables que construyen sociedad, ciudad- hacer política olvidándose un poco del ‘partidismo’, implicar a los ciudadanos en hacer ciudad, lo cual no se puede construir forzando, reprimiendo.

Somos dados a tirar todo por cualquier sitio que no sea nuestra casa, en cuanto nos estorba nos olvidamos de que el espacio público es de todos y hay otros que pueden querer disfrutarlo: vaciar colillas del cenicero del coche allá donde te pille, tirar las servilletas del bar al suelo, o de la calle en las terrazas de verano –para cuando exigir un miserable tiesto de plástico a modo de papelera en cada mesa- niños que tiran los envoltorios de helados y chuches, las bolsas de patatas o gusanitos, sin que sus padres digan nada, -y no se te ocurra decir nada- gente que tira la bolsa de basura en la papelera y no en las islas… parques que recogen todo tipo de mierdas y deshechos de obras, artículos obsoletos de casas, restos de juergas, sean botellones, o de cumples infantiles, o meriendas familiares…

Que ¿Qué tal?, no me gustan las terrazas con olor a tabaco, así que si fuman hay que retirar ceniceros constantemente, si hay coches que tiran ceniceros a sus bajos y/o papeleras, la terraza debe preocuparse de barrerlo. 

Tampoco me gustan las terrazas ni bares repletos de papelitos que llaman servilletas volando por todas partes. No es tan caro un tiesto colgado en la mesa, o sobre ella, para depositarlas y evitar suciedad. Como tampoco encarece mucho una servilleta de papel algo más densa y grande que esos papelitos que llaman servilletas de los que tienes que coger 20 para sacar su utilidad. 

La segunda pata, consiste en limpiar y ello implica destinar recursos, que deben ser proporcionales al resto de tareas a realizar y al conjunto de ingresos presupuestarios. Así, limpiar más que en otras legislaturas será posible gastando más, lo cual es engañoso y contradictorio con reducir gastos. Presumir de gastar más en limpieza con menos recursos, siendo una tontería para uso de campañas mediáticas de afirmación, puede ser dañino para quien lo afirma al convertirse en una mentira. Amén de que quienes presumen de ello llaman vagos a los trabajadores de limpieza de legislaturas anteriores, ya que los contraponen a los de ahora que siendo menos tienen la casa más limpia que antes.

No me gusta ver suciedad por los suelos y papeleras e islas guarras, bancos y paredes pintarrajeadas y parques repletos de botellas y bolsas, amén de abandonados, mierdas en las aceras, escombros..., no me gusta la profusión publicitaria que enmierda las ciudades y carreteras, etc. etc. la cuestión es cómo afrontar el problema y buscar las mejoras alternativas. Se me ocurren otros caminos diferentes a meter la policía por medio, la demonización o el enfrentamiento, distinto al gasto en campañas publicitarias diciendo que somos los más limpios o engañosas pretendiendo decir que ahora sí se limpia y antes no, como si fuera una cuestión de rojos o azules, campañas que amén de gastar dinero en hacer propaganda política no atajan el problema de la suciedad.

Para intentar reducir el problema, todos los caminos pasan por la educación, y el compromiso de la sociedad, nunca por el enfrentamiento, inculcando la ética, el respeto al conjunto de la ciudadanía, afirmando el respeto por todo lo público, sus lugares, espacios y empresas, empleos y servicios… habría que hacer pedagogía de lo público como patrimonio colectivo, el patrimonio común, nuestra casa, nuestro capital, que siendo propiedad de todos no lo es de ninguno en particular y que siendo así debe ser protegido por todos para su disfrute colectivo y más por quienes cobran para ello, los alcaldes, consejeros, presidentes… El problema es que este camino choca con demasiado cargo que usa y disfruta de lo público como si fuera su particular propiedad, que regala, vende a bajo precio, oferta y dilapida en beneficio de intereses privados.

Sobre la suciedad y abandono de parques vean también el blog Alcorcón Insólito.


Las fotos son de julio 2013

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