Hoy prefiero transcribir párrafos de un artículo de Juan Cruz cuyo tema preocupa a este humilde blogger.
Estrategia del insulto. JUAN CRUZ 16/01/2011
...El insulto es una forma de vida, nos acompaña, de una o de otra forma, desde la infancia, y es también como el agua, se cuela por cualquier rendija. Es agua sucia, vaya por delante.
La estrategia del que insulta, la estrategia del insultado. Lo que me decían aquellos señores con los que hablé -don Emilio Lledó, filósofo, entre otros- es que el insulto es una forma del chantaje; acaso la más evidente o grosera, la más difícil de contrarrestar porque establece una diferencia radical entre quien insulta y quien es insultado, si éste no quiere bajar a las arenas enfangadas del que profiere el insulto.
Es una estrategia de chantaje. El que insulta establece sus reglas; ataca al otro, lo acorrala con la pestilencia de su aliento y lo convierte, en ese rincón, en un ciudadano indefenso. A no ser que el ciudadano levante la voz y utilice la fuerza u otros argumentos. ¿Otros argumentos? Los argumentos no sirven; el objeto del chantaje es, precisamente, convertir en inservibles los argumentos.
Frente al chantajista que insulta, ¿de qué vale la información, la respuesta del otro? El nacimiento del insulto tiene el propósito de ningunear al otro, de destrozarlo con sus descalificaciones; el insulto es, en puridad, un fusilamiento. Se trata de noquear al adversario, de tirarlo al suelo, de humillarlo en la vía pública. ¿Qué se puede hacer frente a eso? ¿Luchar con las mismas armas? Lo que decían mis interlocutores es que tiene tanto poder en la vida común en este momento el insulto que ya se han desvanecido las fronteras y el público se toma el insulto como un argumento más.
.../...
El insulto es una mala arte, es decir, una artimaña; coloca al otro en una situación imposible, a no ser que la sociedad lo ampare. Lo que sucede muchas veces es que la sociedad no reacciona hasta que el insulto no alcanza niveles colectivos, o cuando el insulto alcanza niveles ya tormentosos de griterío. El insulto nace también para que el otro sepa el poder del que insulta; cuanto más grave es lo que se dice, más se desea la indignación del otro, para que el aguardiente produzca la combustión necesaria. Ahora vivimos en España una crispación especial, alimentada muchas veces por periodistas y por políticos; pones la tele, escuchas la radio, lees la prensa, y compruebas que, en efecto, los límites entre el argumento y el insulto se han ido superando y ya la confusión es total. Ya el insulto es más que el argumento. ¿Qué hacer? Lledó aconsejaba educación, lectura, sosiego, entendimiento. ¿Y eso cómo lo vas a lograr en medio del griterío?
Con paciencia, dijo, con paciencia. La estrategia del insulto es, precisamente, que el otro pierda la paciencia.
jcruz@elpais.es
viernes, 4 de febrero de 2011
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Pues totalmente de acuerdo con Juan Cruz, el insulto es una vileza y una cosa totalmente innoble, es la puerta de las cloacas que se abren y no se cierran cuando se practica sin control ni conocimiento. Así es.
ResponderEliminarPero tengo mis dudas sobre este delicado asunto, pues creo que algunas personas consideran las criticas “acidas” como insultos, cuando realmente son solamente criticas y aunque estén bien fundamentadas, ellos no las entienden y esto no debe de considerarse como un insulto propiamente dicho, aunque los estilos puedan ser en ocasiones zafios o duros.
Es muy facil distinguirlos, como he escrito en múltiples ocasiones cuando se adjetiva,es muy sencillo deslizarse por la senda del insulto.
ResponderEliminarCuando se utilizan adjetivos para decalificar y desprestigiar a un individuo, se está entrando en la senda del insulto.
Las críticas políticas deben referirse a hechos sociales y colectivos, a posturas, acciones o a ideas, cuando se convirten en adjetivos dirigidos a personas, pasan al lado de los insultos.
Cuando se imputan formas de ser y comportamiento a un individuo, por muy cargo político que sea, se está entrando en una dinámica descalificadora, y pasando la puerta del insulto.
Ante la duda, si uno no sabe ver lo que es un insulto, lo mejor es aplicarselo a sí mismo,o imaginar que alguien lo aplica a tu padre, madre o hijo.
Luego podré aceptar que hay muchos matices en otro tipo de insulto colectivo muy típico de las redes, aquellas descalificaciones que afectan a miles de ciudadanos y/o votantes que apoyan una actuación pública, pero desde luego en los insultos personales no me parece dificil discernir.
Lo siento pero hablo de otra cosa, el insulto no es una crítica ácida, yo no la considero un insulto. Crítica, argumentación en un sentido u otro, una argumentación no es un adjetivo, no es un calificativo.
Pues yo entiendo que por ejemplo, dentro de esa crítica que estás hablando, si se adjetiva a nuestro Alcalde, de prepotente, o bien se manifiesta que es un embustero, esto para mi no sería un insulto.
ResponderEliminarPersonalmente en una reunión del año pasado le dije directamente al Alcalde, que lo que habían hecho en La Plaza de la Hispanidad era una guarrería y ¿sabes que me dijo?
QUE NO LE INSULTARA.
Cuándo le pregunté que en que le había insultado, me dijo que eso, que le había dicho que la Plaza era una guarrería.
A continuación le pedí disculpas, manifestándole que si no le gustaba esa palabra, que se lo decía de otra forma:
¡Lo que han hecho en la Plaza es una porquería!
Así es que doctores tiene La Iglesia para dilucidar sobre estos menesteres.
uff!! que bueno, la verdad es que sinceramente a mi me han insultado últimamente muchas veces....con muchos matices je je je
ResponderEliminarme dijo miguel gil que ibais a hablar sobre el sindicalismo ¿es así?, me gustaria participar
ResponderEliminarMis opinions sobre sindicalismo para el debate q citas, las remito hoy, que yo sepa hay 2, las de Miguel y éstas mías. Adelante con los faroles en cuanto a participación.
ResponderEliminarInsultos, una buena forma de identificarlos, es llamar lo mismo a tu madre, padre, hijo, nieto, etc.