Catalunya,
un nuevo estado se ha puesto en marcha con fecha marcada para dar un golpe
sobre la mesa en 2014. Esta es una opinión de quien prefiere seguir
compartiendo el viaje por entenderlo más beneficioso para los pueblos de ambos
territorios. A nadie se le puede obligar a amar, por lo que las salidas a este
problema nunca podrán ser impuestas, el deseo de vivir juntos no es posible
soportarlo en la fuerza. Acciones violentas no resolverán el problema, lo
agravará en ambos lados, porque muy pocos querrán convivir con individuos
brutales. Dicho lo cual, permanecer callado es una mala postura, no son buenos
los vacíos en política, porque otros los rellenarán. Quien escribe pretende influir, decía un antiguo colega, si alguien
presenta un papel además de sacar lo que lleva dentro, lo hace para que otros
puedan compartir, para iterar, para interpelar, a segmentos de población para
quien habla, nunca a todos. Nadie debería permanecer callado, ni aceptar los
límites marcados por algunos, de irse o quedarse.
A
los independentistas tradicionales parece inútil intentar modificar sus
convicciones, pero ellos no están solos en este conflicto, el movimiento por la
independencia lo conforman un tercio de soberanistas tradicionales, y una
mayoría de sobrevenidos recientemente, mitad catalanistas, antes unionistas, y
mitad de indignados a consecuencia de la crisis. En el aumento del movimiento y
su transversalidad, influye no solo la cuestión de historia y lengua, los
factores económicos han sido puestos en primer plano, el magma en el que
estamos inmersos, la crisis económica, política e institucional, que golpea
brutalmente las condiciones económicas, laborales y de equidad social, todo
ello en el marco global de los mercados y los emergentes influye en nuestras
vidas y en las relaciones políticas y económicas. Al otro lado del soberanismo,
no están solamente los españolistas, millones de españoles carecen de
información suficiente sobre unas u otras razones y otros muchos muestran
simpatías por los nacionalismos periféricos por diversas causas, entre las
cuales no es desdeñable su antiderechismo españolista. Este trabajo no acepta
como buenas las razones esgrimidas para la ruptura, cuyos argumentos, en
ocasiones neoliberales y xenófobos, se expanden sin oposición siendo asimilados
por decenas de miles de personas, inicialmente no independentistas.
La cuestión nacional no es una
invención, tampoco está generada por fuerzas españolistas, tiene raíces
emocionales que alimentan los nacionalismos respectivos, la cuestión es su
dimensión y las posibles alternativas planteadas en cada momento para encajar
la convivencia de la diversidad, porque habrá que aceptar que la vida en España
siempre tuvo altos componentes de pluralidad y mestizaje. Se encontraron
respuestas en los últimos 35 años, tras el franquismo, durante la Transición,
las izquierdas junto a los diferentes nacionalismos y la derecha, que en
aquellos momentos superaba a la derechona,
encontraron salidas pactadas al encaje de los diversos intereses, de clase,
políticos y de identidad nacional, que permitieron configurar un espacio común,
aceptado mayoritariamente en Catalunya y en el resto de España, puesto en
cuestión solo por minorías, hasta hace poco tiempo, no otra cosa indican las
preferencias electorales mostradas que apostaban por el sistema político
autonómico encajado en la Constitución y los Estatutos. A pesar de que siempre
fue considerado por el catalanismo como un marco de negociación bilateral
Cataluña-España, lo cual se acercaba al espíritu Confederal, más que al Federal
que se adoptó, cuyo marco bilateral debería haberse facilitado entre el
conjunto de CCAA, -con el Senado y otros instrumentos federales no desarrollados-.
La situación permaneció estabilizada,
con lógicas disputas de intereses que siempre existirán, pero mantenidas en el
marco común que hoy parece inaceptable. En todo caso, los datos estadísticos
mostraban gran apoyo global de los catalanes a partidos no independentistas
cuyas políticas y estrategia, defendían el estatus de Catalunya dentro de
España, en el marco aceptado mayoritariamente por el conjunto de los españoles,
manifestados en múltiples votaciones en las que se ejerció el derecho a decidir
de los catalanes. Incluso hasta hace pocos meses, en la 3ª onada de 2012 las encuestas del CEO, de la Generalitat
reflejaban cifras minoritarias de ciudadanos cuya máxima preocupación fuera la
independencia, apareciendo economía y precariedad laboral en primeros lugares,
al igual que en el resto de España. Los equilibrios se rompieron con las
crisis, y tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, al
tomar una superior dimensión las fuerzas soberanistas.
Parece que de poco sirve ahora
discutir sobre la bondad del Estatuto, -de hecho existe y pocos lo consideran-,
quedó arrinconado por los acontecimientos, el rechazo a algunos de sus
artículos después de ser aprobado parlamentaria y popularmente, es un ejemplo
de leyes que no están bien diseñadas, o se hace antes, o después de aprobado en
referéndum es una mala idea. Aquello fue el aldabonazo de una nueva realidad
imparable, que se alimenta con fuerzas ante cada embestida de la caverna
nacionalista, de allí y aquí, -las dos son peores-. Amenazas, llamamientos al
orden, campañas de desprestigio, mentiras, manipulaciones, etc. no son factores
que alimenten el cariño y animen a vivir
juntos, todo lo contrario, los golpes sobre la mesa y el odio, crispan y
aumentan el poder de los extremistas, mientras, muchos parecen olvidar que la
mejor solución al problema solo será posible si fuera aceptada por amplias
mayorías para lo cual debe contener principios e intereses de todos.
Los nacionalismos tenían un frente de
oposición en las corrientes de izquierdas y progresistas, ahora con poca voz,
militancia y simpatizantes abandonan posturas e ideas siendo arrastradas por el
tsunami del populismo catalanista. En dicho proceso derrotista influye
poderosamente la crisis política, económica, la globalización, los mercados
financieros y el empuje de los países emergentes, lo cual genera enormes
contradicciones que han roto los equilibrios existentes en el mundo
occidental. También influye que miles de
izquierdistas quisieran separarse del nacionalismo español asfixiante y
excluyente, que identifica como español solo valores franquistas y nacional
católicos, en ello influye que se hayan apropiado de la historia de España, sin
que las izquierdas posteriores a la República lograran construir un relato
histórico susceptible de ser abrazado masivamente, hemos aceptado vivir
expulsados de la historia, lo cual consigue separar a millones de ciudadanos
del sentimiento colectivo de pueblo español, muchos de los cuales se suman a
las corrientes nacionalistas periféricas considerándolas erróneamente más
democráticas, cuando en todo caso, los
dos son peores. Añadan el destrozo carca e ideologizante de salida de la
crisis, y tendremos un panorama que abona la separación.
La secesión no la frenará la
violencia, ni órganos judiciales, es un problema político y como tal, solo
encontrará salida por la política, sin olvidar que las leyes forman parte de la
política aunque nunca podrán sustituirla, la democracia también son las formas
y las leyes son parte de ellas. El cariño, los sentimientos de pertenencia al
colectivo, no pueden ser obligados, pero tampoco abandonados al vacío que
siempre ocuparían otras emociones, tan erróneo es creer que se pueda forzar a
amar como que exista neutralidad sentimental sin actuar, porque la animadversión
se inocula por intereses políticos. El silencio en política es un grave error y
este Gobierno de España, con su Presidente Rajoy está mudo respecto a casi
todo, orillando su enorme responsabilidad en esta cuestión, como poco para
desmentir, para facilitar datos, mientras tanto un estado nuevo se puso en
marcha, con gran manipulación de cifras y argumentos suma cada día amantes que
no encuentran otras razones para abrazar el futuro con ilusión. Al tiempo que
extienden una enorme carga de odio entre catalanes –Somos una colonia de España,
los españoles nos roban, nos explotan- , y se amplía el número de
descerebrados españoles.
Una de las regiones más ricas de
España, de Europa y del mundo, dice que son una colonia, con altísimos
estándares de vida y libertades, cuyas riquezas son propiedad de catalanes, los
líderes políticos, ejecutivos, dirigentes, mandos intermedios del aparato
productivo, mediático, cultural, deportivo, social… son catalanes, no hay nadie
de la metrópoli dirigiendo aquella sociedad. Sus casas tienen mejores
condiciones de edificación, comodidad, entorno, mercancías y servicios,
teléfono, televisión, calor, agua, tamaño…, sus barrios asfaltados, luces,
parques, espacios comunes… la sanidad, medida en camas, médicos, enfermeros, hospitales…
la educación medida en cantidad y calidad de estudiantes infantiles, medios y
superior, en titulación media y universitaria, en calidad científica, … la
disponibilidad de bienes de consumo, coches, lavadoras, teles, teléfonos,
conexión a internet, y un larguísimo etc. de comparaciones los sitúan a mucha
distancia por arriba de casi todas las regiones españolas.
‘Pero en Catalunya hay pobres’. Es
cierto, y en Extremadura y Andalucía…pero ellos no acusan al pueblo catalán de
su situación, como sucede a la inversa. Hay pobres en todas partes, pero el
movimiento por la independencia en Catalunya dice, escribe, sostiene, no una ni
dos ni tres veces… que los españoles les
roban. Es terrible que los niños catalanes tengan esa visión, terrorífico
que enseñen desde el sistema educativo a odiar y sentir que los españoles del
barrio de Pescadería en Almería les roban, que los obreros del metal malagueños
y los trabajadores de hostelería de la Costa del Sol, se aprovechan de ellos,
que los parados gaditanos y jornaleros onubenses y granadinos viven a su costa,
que los trabajadores de la Arrixaca de Murcia se llevan su dinero, que los
peques de Moratalaz y Vallecas tienen sus barrios urbanizados y comunicados a
costa de los niños catalanes, en fin que los ciudadanos de León, Zamora,
Salamanca, Ávila, Cáceres, Badajoz o Huelva tienen mejores condiciones de vida
que en Cataluña, lo cual es una enorme mentira según reflejan todas las
estadísticas disponibles…Lo afirman, no una, ni tres, sino miles de veces. Sí,
hay pobres en Cataluña, pero ellos no dirigen el movimiento, no fijan los
objetivos, no escriben su propaganda, no son los difusores de la xenofobia.
El movimiento independentista es
transversalmente ideológico, también por edad, sexo, clase, procedencia regional,
religión… aunque liderado e impulsado por élites intelectuales y culturales de
la burguesía catalana tradicional. Las dudas surgen alrededor del peso y
liderazgo del capitalismo catalán y hasta donde empujarán, sin que pueda
afirmarse que las grandes corporaciones sean partidarias del proceso
secesionista, aunque ven con buenos ojos que pudieran reducir sus impuestos al
tiempo que el Estado aumente las inversiones en Catalunya, lo cual redundaría
en aumentos de sus beneficios, siempre que no pongan en peligro la pertenencia
al mercado único español, puerta de entrada al europeo. Esa puede ser la meta
que logren a corto plazo, pero no duden que cualquier salida dejará rescoldos
difíciles de apagar en muchos años. Minimizar los daños, solo será posible con
mucha claridad.
Manuel Herranz Montero. Diciembre 2013
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