No, yo no pienso que el PP sea el culpable del paro en España, pero lo ha agravado, ni pienso que fuera el PSOE pero lo agravó. El problema es mucho mas grave y complejo, si de verdad queremos intentar resolverlo requerirá mucho esfuerzo y trabajo conjunto de todas las fuerzas políticas y sociales.
El jueves 28 de junio de 2012 presentaba de esta forma mi nuevo trabajo, ‘Sobre el paro. Y aledaños’.
Tiene similitud con otros anteriores, ya que se trata de artículos
publicados en el blog ‘Arian seis’, en las fechas que se indican y que
generalmente mantienen un orden cronológico, salvo que su cambio -de
orden o supresión de título- facilite una mejor comprensión global.
En la cuestión del paro en España, tienen mucho que ver, la tradición histórica. También nuestra pobre industrialización, ya que siempre estuvimos enfrascados en trabajos que incorporaban poco valor añadido bruto (VAB), nuestros empresarios han huido de fuertes inversiones estables y duraderas, -buscaban pelotazos, ganancias fáciles y en poco tiempo- potenciando ocupaciones que requerían poca cualificación en sectores como agricultura, ganadería, o pesca, construcción, hostelería, típicos desde el franquismo, en el que hemos basado nuestro modelo, junto con el turismo, que aprovecha los anteriores y el sol y playas. Obteniendo rentabilidad a partir de la ocupación de la siempre abundante mano de obra, con bajos salarios y altas ayudas públicas, -subvenciones, exenciones, concesiones privilegiadas, favores de amiguetes políticos…-
En lo anterior itera nuestra débil competitividad, en general, consecuencia de la historia. En la actual democracia ha influido sobremanera el destrozo efectuado por el franquismo, tanto en educación como específicamente en nuestra capacidad científica, al perseguir con saña toda la actividad y personas vinculadas a la potencia investigadora –la edad de plata de la ciencia española- que se gestó en el entorno de la Universidad desde el comienzo del siglo XX hasta la Guerra Civil, vinculada a la Institución Libre de Enseñanza y particularmente a la JAE, Junta para la Ampliación de Estudios. La investigación necesita de largos tramos temporales para consolidar su importancia y proyectarla socialmente, las inversiones en I+D+i, y sus trabajos requieren de tiempo para madurar y necesitan de la importancia de la educación para ello, algo que nunca gustó a la derecha española. Y sigue sin gustar, como es visible a raíz de las decisiones que está tomando el Gobierno Rajoy que alejan considerablemente la posibilidad de primar esta salida.
Si la competitividad siempre fue un problema, hoy con la crisis y dentro del euro, espacio de moneda común, ocupa un lugar central, porque las devaluaciones tradicionales de la peseta como forma de resolver estos problemas ya no son posibles, y en un mundo en el que los emergentes BRIC y del Este Europeo, de Asia y otras zonas, compiten con bajos salarios, resulta imposible hacerlo con sus mismas armas.
El problema de la productividad, como suele decir la patronal y la derecha española, se reflejó en la ‘reforma laboral’ aprobada por el PP, en el objetivo esencial de la misma para el medio plazo, que era reducir la masa salarial, ganar competitividad a base de bajar salarios, típica salida de 'la derechona’ de este país, enemiga del progreso, siempre mirando atrás, apoyándose en lo más rancio y anticuado, que no suele integrar otros elementos que afectan a la competitividad, porque requieren de otro modelo de relaciones más participativo y democrático que proyecte inversiones públicas, atención a la investigación y a las nuevas tecnologías, potenciar la innovación, que necesita todo ello de complicidad con los trabajadores, lo cual es impensable sin contratos indefinidos suficientemente remunerados. Esa competitividad exige una previa reforma empresarial que aumentara su cultura y educación, y redujera el muy excesivo submundo de autónomos y pymes, etc.
Hablar de paro, no solo es hablar de personas sin trabajo, es dar un repaso a las relaciones económicas y a la lucha política que se establece a partir de ellas, lo cual se afronta mejor entendiendo los conceptos que se manejan en las estadísticas. Hay dos fuentes básicas de información, la facilitada por el I.N.E. con la EPA, que es una encuesta que pregunta a los activos por su situación de trabajo y/o búsqueda del mismo, y otra fuente de cifras son los apuntados en las oficinas del Estado, que facilita el Ministerio de Trabajo. Son dos formas diferentes de obtener información, INE y Ministerio, teniendo mayor fiabilidad tradicionalmente a efectos de estudios y comparaciones las de la EPA.
-Ahora también facilitan cifras las CCAA y por supuesto Eurostat-
Es importante tener claro al realizar una comparación con otros países u otras épocas, que la existencia de mas parados, en las cifras, puede ser compatible con mayor cantidad de personas trabajando. Por ejemplo en estos momentos, las cifras de parados, siendo enormes, son compatibles con una población ocupada muy superior a la de los años setenta, ochenta o noventa. Al margen de cuantas horas se trabajen totalmente en el país. Lo anterior viene a cuento de la lucha política en torno a las estadísticas oficiales manipuladas en su interpretación por 'la derechona’, quienes a raíz de las altas cifras de paro existentes con los socialistas, las muestra como las mayores de la historia, insinuando que hay más paro que en el franquismo, lo cual es totalmente mentira. Por el contrario, nunca en España hubo tanto ocupado dentro del mercado laboral, coincidente al mismo tiempo con las elevadas cifras de paro. La explicación es que la tasa de actividad es muy superior a cualquier otra época española. –Esto forma parte de ‘la batalla de la comunicación’ abandonada por las izquierdas-
Los conceptos utilizados: La EPA distribuye a la población en dos grandes apartados; Activos e Inactivos. Dentro de Activos considera las personas de edades entre 16/65 años que están dentro del mercado laboral –la tasa de actividad- los define como parados y ocupados. Y dentro de los Inactivos estarían los de edades anteriores a 16 y posteriores a 65, es decir niños y jóvenes, en general estudiantes y mayores, en general jubilados; y además se incluyen como Inactivos todas aquellas personas que estando entre las edades de 16/65 años no buscan trabajo, habitualmente las amas de casa eran el mayor número, los dependientes, otros pensionistas, antes, los reclutas. Volvemos sobre la tasa de actividad ya que es un concepto importante, que representa el porcentaje de personas incorporadas al mercado de trabajo, -la proporción de activos sobre la población susceptible de trabajar- en España tradicionalmente por debajo del resto de Europa con gran peso de las bajas tasas de actividad femeninas, a pesar de lo cual las cifras de parados son altísimas, pero aumentarían más si las tasas de actividad se igualaran con las de nuestro entorno.
La información que facilita la EPA es muy rica, desde suministrar el número de asalariados y no asalariados, -empleados y empleadores-, pasando por proporcionar las personas que realizan tareas en cada sector productivo, o determinar cuánto empleo privado y público existe… Todo ello desagregado por sexos, edades, provincias… en fin, una mina de información sobre la composición de la población española, clases, grupos sociales, etc.
En el trabajo aparece profusión de cuadros, varios con cifras sobre la población española elaborados personalmente, fundamentalmente con datos del I.N.E. (EPA) y otros del Bco. de España. Los textos están rebozados por la crisis económica y política, la global y la del país, de instituciones y partidos y sindicatos; en este maridaje ‘las izquierdas y la crisis’ están haciendo ‘malas migas’, hasta el punto de que podrían quedar arrasadas para mucho tiempo. A dicho asunto he dedicado parte de mi atención en otros trabajos.
En la cuestión del paro en España, tienen mucho que ver, la tradición histórica. También nuestra pobre industrialización, ya que siempre estuvimos enfrascados en trabajos que incorporaban poco valor añadido bruto (VAB), nuestros empresarios han huido de fuertes inversiones estables y duraderas, -buscaban pelotazos, ganancias fáciles y en poco tiempo- potenciando ocupaciones que requerían poca cualificación en sectores como agricultura, ganadería, o pesca, construcción, hostelería, típicos desde el franquismo, en el que hemos basado nuestro modelo, junto con el turismo, que aprovecha los anteriores y el sol y playas. Obteniendo rentabilidad a partir de la ocupación de la siempre abundante mano de obra, con bajos salarios y altas ayudas públicas, -subvenciones, exenciones, concesiones privilegiadas, favores de amiguetes políticos…-
En lo anterior itera nuestra débil competitividad, en general, consecuencia de la historia. En la actual democracia ha influido sobremanera el destrozo efectuado por el franquismo, tanto en educación como específicamente en nuestra capacidad científica, al perseguir con saña toda la actividad y personas vinculadas a la potencia investigadora –la edad de plata de la ciencia española- que se gestó en el entorno de la Universidad desde el comienzo del siglo XX hasta la Guerra Civil, vinculada a la Institución Libre de Enseñanza y particularmente a la JAE, Junta para la Ampliación de Estudios. La investigación necesita de largos tramos temporales para consolidar su importancia y proyectarla socialmente, las inversiones en I+D+i, y sus trabajos requieren de tiempo para madurar y necesitan de la importancia de la educación para ello, algo que nunca gustó a la derecha española. Y sigue sin gustar, como es visible a raíz de las decisiones que está tomando el Gobierno Rajoy que alejan considerablemente la posibilidad de primar esta salida.
Si la competitividad siempre fue un problema, hoy con la crisis y dentro del euro, espacio de moneda común, ocupa un lugar central, porque las devaluaciones tradicionales de la peseta como forma de resolver estos problemas ya no son posibles, y en un mundo en el que los emergentes BRIC y del Este Europeo, de Asia y otras zonas, compiten con bajos salarios, resulta imposible hacerlo con sus mismas armas.
El problema de la productividad, como suele decir la patronal y la derecha española, se reflejó en la ‘reforma laboral’ aprobada por el PP, en el objetivo esencial de la misma para el medio plazo, que era reducir la masa salarial, ganar competitividad a base de bajar salarios, típica salida de 'la derechona’ de este país, enemiga del progreso, siempre mirando atrás, apoyándose en lo más rancio y anticuado, que no suele integrar otros elementos que afectan a la competitividad, porque requieren de otro modelo de relaciones más participativo y democrático que proyecte inversiones públicas, atención a la investigación y a las nuevas tecnologías, potenciar la innovación, que necesita todo ello de complicidad con los trabajadores, lo cual es impensable sin contratos indefinidos suficientemente remunerados. Esa competitividad exige una previa reforma empresarial que aumentara su cultura y educación, y redujera el muy excesivo submundo de autónomos y pymes, etc.
Hablar de paro, no solo es hablar de personas sin trabajo, es dar un repaso a las relaciones económicas y a la lucha política que se establece a partir de ellas, lo cual se afronta mejor entendiendo los conceptos que se manejan en las estadísticas. Hay dos fuentes básicas de información, la facilitada por el I.N.E. con la EPA, que es una encuesta que pregunta a los activos por su situación de trabajo y/o búsqueda del mismo, y otra fuente de cifras son los apuntados en las oficinas del Estado, que facilita el Ministerio de Trabajo. Son dos formas diferentes de obtener información, INE y Ministerio, teniendo mayor fiabilidad tradicionalmente a efectos de estudios y comparaciones las de la EPA.
-Ahora también facilitan cifras las CCAA y por supuesto Eurostat-
Es importante tener claro al realizar una comparación con otros países u otras épocas, que la existencia de mas parados, en las cifras, puede ser compatible con mayor cantidad de personas trabajando. Por ejemplo en estos momentos, las cifras de parados, siendo enormes, son compatibles con una población ocupada muy superior a la de los años setenta, ochenta o noventa. Al margen de cuantas horas se trabajen totalmente en el país. Lo anterior viene a cuento de la lucha política en torno a las estadísticas oficiales manipuladas en su interpretación por 'la derechona’, quienes a raíz de las altas cifras de paro existentes con los socialistas, las muestra como las mayores de la historia, insinuando que hay más paro que en el franquismo, lo cual es totalmente mentira. Por el contrario, nunca en España hubo tanto ocupado dentro del mercado laboral, coincidente al mismo tiempo con las elevadas cifras de paro. La explicación es que la tasa de actividad es muy superior a cualquier otra época española. –Esto forma parte de ‘la batalla de la comunicación’ abandonada por las izquierdas-
Los conceptos utilizados: La EPA distribuye a la población en dos grandes apartados; Activos e Inactivos. Dentro de Activos considera las personas de edades entre 16/65 años que están dentro del mercado laboral –la tasa de actividad- los define como parados y ocupados. Y dentro de los Inactivos estarían los de edades anteriores a 16 y posteriores a 65, es decir niños y jóvenes, en general estudiantes y mayores, en general jubilados; y además se incluyen como Inactivos todas aquellas personas que estando entre las edades de 16/65 años no buscan trabajo, habitualmente las amas de casa eran el mayor número, los dependientes, otros pensionistas, antes, los reclutas. Volvemos sobre la tasa de actividad ya que es un concepto importante, que representa el porcentaje de personas incorporadas al mercado de trabajo, -la proporción de activos sobre la población susceptible de trabajar- en España tradicionalmente por debajo del resto de Europa con gran peso de las bajas tasas de actividad femeninas, a pesar de lo cual las cifras de parados son altísimas, pero aumentarían más si las tasas de actividad se igualaran con las de nuestro entorno.
La información que facilita la EPA es muy rica, desde suministrar el número de asalariados y no asalariados, -empleados y empleadores-, pasando por proporcionar las personas que realizan tareas en cada sector productivo, o determinar cuánto empleo privado y público existe… Todo ello desagregado por sexos, edades, provincias… en fin, una mina de información sobre la composición de la población española, clases, grupos sociales, etc.
En el trabajo aparece profusión de cuadros, varios con cifras sobre la población española elaborados personalmente, fundamentalmente con datos del I.N.E. (EPA) y otros del Bco. de España. Los textos están rebozados por la crisis económica y política, la global y la del país, de instituciones y partidos y sindicatos; en este maridaje ‘las izquierdas y la crisis’ están haciendo ‘malas migas’, hasta el punto de que podrían quedar arrasadas para mucho tiempo. A dicho asunto he dedicado parte de mi atención en otros trabajos.
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