viernes, 3 de octubre de 2014

Hasta aquí hemos llegado


Hasta aquí hemos llegado. Patxo Unzueta.24-09-14
…/… El resultado ha confirmado la idea de que, en un contexto democrático, todo referéndum sobre la independencia divide de manera cortante a la sociedad, estableciendo fronteras antes inexistentes en múltiples ámbitos, incluyendo el familiar, el laboral y el vecinal. Y produce demasiados derrotados, casi nunca menos del 40%, y sobre un asunto considerado vital por los llamados a decidir.

Ha ganado el no pero podía haber ganado el sí, dependiendo de factores coyunturales o aleatorios. Por ejemplo, del deseo de cambio de muchos votantes no independentistas que vieron en el referéndum una ocasión para librarse del Gobierno conservador. Es desproporcionado provocar la ruptura de un Estado secular por algo que puede cambiarse cada cinco años...

Cataluña demuestra que el hecho de no ser vinculante jurídicamente no impide que sus promotores lo consideren políticamente irreversible, si ganan. Por algo lo consideran expresión del “derecho a decidir”, no a opinar. Y si se trata de conocer las preferencias de los ciudadanos, un referéndum consultivo es un procedimiento muy imperfecto de medición porque la aparente claridad del sí o no, todo o nada, no recoge la pluralidad de posiciones realmente existente. Y porque se presta a manipulaciones como la de las dos preguntas enlazadas…

Presentan la votación como una simple encuesta para conocer la opinión de los ciudadanos, pero a la vez como un derecho democrático indiscutible; y con apariencia de legalidad mediante el expediente de redactar una ley ad hoc que sin embargo no entra en lo sustancial: sobre qué asuntos en concreto puede la Generalitat convocar una consulta y, específicamente, si puede hacerlo sobre la independencia.

Un referéndum sirve para ratificar acuerdos pero no para arbitrar desacuerdos, argumentaba recientemente Javier Pérez Royo(ElPeriódico, 13-9-2014). Es la clave de la cuestión. Los gobernantes no pueden pasar la pelota al público para que dirima lo que ellos son incapaces de resolver por los medios propios de la política democrática: deliberación, acuerdo, ratificación. Pero tampoco es acertado limitarse, como Mariano Rajoy, a decir que el referéndum planteado es ilegal. Lo es, pero para hacer frente a la demagogia del “no nos dejan votar” sería conveniente compaginar esa firmeza con una oferta de negociación sobre mejoras en el autogobierno que pudieran luego ser incorporadas al Estatuto de autonomía y ratificadas en referéndum. …/…

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