La
carrera ha parecido una competición entre tres individuos, más que entre tres
opciones o grupos de presión política, que tendrá que haberlos dentro del PSOE,
como en todas partes, lo cual hace pensar que saldrán a posteriori. A los tres
les he escuchado y leído en estos días, las frases que me sonaban más cercanas
eran las de Sánchez Tapias, supongo que por edad y profesión, su discurso parecía
más serio y elaborado y quizás por una cierta desconfianza generada por la anterior
hornada de dirigentes jóvenes, Bibiana, Chacón, Trinidad, Zapatero, Sevilla…
Parece que los aparatos territoriales no han tenido excesivo peso, pero han empujado, me consta que el madrileño de Tomás Gómez ha insistido en el voto a Pedro Sánchez, y parece que también el andaluz, como por otra parte sugiere la primera foto de Susana y Pedro posterior a los resultados. La cuestión es que hay nuevo secretario general y es de esperar que se formen nuevos equipos que intentarán poner en marcha esta máquina oxidada, a partir de resultados juzgaremos, y las municipales será el primer examen, seguido de las generales. No se preocupen, caso de obtener malos resultados, la disculpa ya saben cuál será, no hubo tiempo.
Y efectivamente los cambios que el PSOE necesita deben ser tan grandes que será imposible lograrlos en un año, aunque será plazo suficiente para saber si quieren abordarlos o no sus protagonistas, que son los militantes, la piedra esencial que se agotó en la etapa Zapatero, aquellos que dejaron el partido y la vida de mucha gente en manos de unos cuantos jefes y jefecillos a los que no les gustaba el trabajo en equipo, aquellos responsables de secretarías que animaban poco a buscar ideas dos metros alejados de ellos, aquellos militantes que ni siquiera escuchaban a sus antiguos compañeros socialistas cuando les hablaban de la burbuja, así el funcionamiento del partido se cerró al exterior del que no recibía influencias, las políticas socialistas, sus decisiones e imagen, quedaron en poquitas manos que casi lograron destruir el partido.
‘’Se trata de preguntarse por qué tanta gente se fue y cómo volver a conectar con ella. ’’ J. Ramoneda. Esta frase encierra mucho del problema, casi siempre que alguien quiere arreglar algo que se rompió debería preguntarse, por qué, se trata de formular preguntas a los propios compañeros y a uno mismo. Con lamentos poco se avanza, esta idea la he escuchado una y mil veces en los socialistas que conozco, y en los que veo por la tele o la radio, con ella quieren transmitir que ya está bien de llorar y deben ponerse a trabajar. Pelillos a la mar, hay que echar lo ocurrido al olvido. Se equivocan mucho si quieren tomar ese camino del olvido amparados en la nueva etapa.
Para millones de personas está siendo imposible olvidar, y no podrán hacerlo durante mucho tiempo, los estragos de la crisis se mantendrán durante muchos años y para mucha gente queda sin aclarar la responsabilidad del PSOE, su asunción de errores, esa gente dudo mucho que se los acercara, a pesar de los cambios de imagen que empezarán.
Insisto; rectificar es de sabios, pero de sabios que se equivocaron. Lo primero que deberían hacer es confesar que se equivocaron, y explicar en qué y por qué. Porque rectificar supone cambiar comportamientos de la organización y militantes que dificulten se vuelvan a producir situaciones semejantes a las pasadas, si la militancia no sabe lo que ocurrió ni por qué, difícilmente podrán corregir y seguirán con la impresión que tienen muchos socialistas de que la culpa la tienen los otros, el capitalismo, la crisis internacional, ‘no nos dejaron terminar lo que queríamos’ ‘se nos echaron encima’ etc.etc. De poco sirven las grandes proclamas, si llegado el momento, ‘se cambian por otras’, de poco vale un gran programa de izquierdas si en momentos críticos se actúa al margen de la gente que se dice representar.
O resuelven el problema de mayor participación, de fomentar deliberaciones y toma de decisiones, o no habrá futuro socialista halagüeño, o consiguen que el partido sea permeable a la sociedad y resuelven el problema de democracia interna, o el PSOE puede quedar relegado a partido residual. Y sin preguntas, nadie cambia. Resolviendo lo anterior, podrá hacerse después, o al mismo tiempo, un programa de futuro, entonces será el momento de formular planes que impulsen e ilusionen a la ciudadanía, cuyo punto central y urgente sea un gran pacto por el empleo y una puesta en uso público de tantísimo piso vacío y abandonado.
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