lunes, 20 de abril de 2015

Incidente anecdótico, ya en campaña. O mal síntoma defensor de privilegios

Ayer viví un suceso que merece una reflexión, porque bien puede ser un simple incidente, pero también puede representar algo un poco más serio en cuanto sintomático de posturas de un sector de población.

Me encontraba paseando a mi madre en la silla de ruedas, hacia las doce del mediodía, como habitualmente hago por el mismo lugar desde hace cinco años, por el Parque de la Ribota, -o Rivota, que de las dos formas lo veo escrito- al tiempo que el PSOE celebraba un acto, mitin en el en el que intervenían Natalia, Carmen, Gabilondo y Pedro Sánchez y al que asistían u n grupo de trabajadores de Movistar, alcorconeros y delegaciones socialistas de los pueblos cercanos de Chapinería, San Martín, Pelayos …

Pasamos por la plaza central, frente al bar cerrado, la gente se concentraba en el auditórium, queríamos ver a unos amigos venidos de los pueblos cercanos, cuando comenzamos a salir del cogollo, subiendo por el paseo colindante con el estanque y la zona de juego infantil, que sale hacia el CC Los Pinos.

De repente una militante socialista de unos 30 años, intentó pararnos, diciendo ’no puede pasar por ahí, porque bajan los candidatos’.

La respuesta me salió fulminante ‘pues que se jodan los candidatos’.

A continuación increpé en alto a la militante afeando su postura y pretendiendo hacer ver a los allí congregados, que aquello, era dañino para los socialistas y para la democracia. Como es lógico, seguimos caminando empujando la silla de ruedas, en el camino nos cruzamos con los candidatos que ocupaban en línea todo el paseo,-¿unos 6/8 metros?- en mi frente izquierda Natalia, en mi frente derecha Gabilondo, con el cual coincidíamos por el mismo camino que llevaba la silla. Como es normal, Gabilondo, educadamente, se apartó a la zona de tierra y nos dejó pasar continuando nuestra trayectoria.

Es triste tener que explicar estas cosas a alguna gente en estas alturas, pero debería hacerse en los partidos. Aquello era un espacio público, en el que no debía tratar de impedirse el tránsito a la ciudadanía salvo por razones de evidente seguridad. De ninguna manera tienen preferencia sobre el resto de ciudadanos, alcaldes, ni concejales,… ni los candidatos. En todo caso sería positivo y vendría bien a todos, ciudadanos y candidatos cruzarse en las calles normalmente y charlar bastante más, y como mínimo saludarse.

Qué pasó por la cabeza de aquella mujer para ver un inconveniente, en vez de haber visto una oportunidad, en que sus candidatos se cruzaran con la ciudadanía. ¿Por qué se instala como una idea aceptable, el privilegio, el desapego la distancia entre ciudadanos y políticos?

Por la noche en televisión vi el maravilloso programa de Jordi Évole, entrevistando a Varoufakis, ministro griego de economía, y uno de los personajes europeos del momento, logrando extraordinarias declaraciones suyas situándolo también en contexto con sus lados grises al poner otras declaraciones de otras personas. En un momento del programa, interviene un indignado de vida en la calle, vendedor de revistas, tipo ‘La Farola’. Este hombre cuenta que en una ocasión estando en la calle se cruzó con Varoufakis ya ministro, e intercambiaron un comentario sobre que debían escuchar más la calle al menos unos minutos. El ministro le responde que ‘no cinco minutos, tendremos 45 minutos, dentro de un rato’. El homeless cuenta que Varoufakis entró al ministerio y salió al ratito para tener una charla con él en un bareto de la zona. No es tan difícil ser normal.

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