Ayer
viví un suceso que merece una reflexión, porque bien puede ser un simple
incidente, pero también puede representar algo un poco más serio en cuanto
sintomático de posturas de un sector de población.
Me
encontraba paseando a mi madre en la silla de ruedas, hacia las doce del
mediodía, como habitualmente hago por el mismo lugar desde hace cinco años, por
el Parque de la Ribota, -o Rivota, que de las dos formas lo veo escrito- al
tiempo que el PSOE celebraba un acto, mitin en el en el que intervenían
Natalia, Carmen, Gabilondo y Pedro Sánchez y al que asistían u n grupo de
trabajadores de Movistar, alcorconeros y delegaciones socialistas de los pueblos
cercanos de Chapinería, San Martín, Pelayos …
Pasamos
por la plaza central, frente al bar cerrado, la gente se concentraba en el auditórium,
queríamos ver a unos amigos venidos de los pueblos cercanos, cuando comenzamos
a salir del cogollo, subiendo por el paseo colindante con el estanque y la zona
de juego infantil, que sale hacia el CC Los Pinos.
De
repente una militante socialista de unos 30 años, intentó pararnos, diciendo ’no puede pasar por ahí, porque bajan los
candidatos’.
La respuesta me salió fulminante ‘pues que se
jodan los candidatos’.
A
continuación increpé en alto a la militante afeando su postura y pretendiendo
hacer ver a los allí congregados, que aquello, era dañino para los socialistas y para la democracia. Como es lógico,
seguimos caminando empujando la silla de ruedas, en el camino nos cruzamos
con los candidatos que ocupaban en línea todo el paseo,-¿unos 6/8 metros?- en
mi frente izquierda Natalia, en mi frente derecha Gabilondo, con el cual
coincidíamos por el mismo camino que llevaba la silla. Como es normal,
Gabilondo, educadamente, se apartó a la zona de tierra y nos dejó pasar continuando nuestra trayectoria.
Es
triste tener que explicar estas cosas a alguna gente en estas alturas, pero debería hacerse en los partidos. Aquello
era un espacio público, en el que no debía tratar de impedirse el tránsito a la
ciudadanía salvo por razones de evidente seguridad. De ninguna manera tienen
preferencia sobre el resto de ciudadanos, alcaldes, ni concejales,… ni los candidatos. En
todo caso sería positivo y vendría bien a todos, ciudadanos y candidatos
cruzarse en las calles normalmente y charlar bastante más, y como mínimo saludarse.
Qué
pasó por la cabeza de aquella mujer para ver un inconveniente, en vez de haber
visto una oportunidad, en que sus candidatos se cruzaran con la ciudadanía. ¿Por
qué se instala como una idea aceptable, el privilegio, el desapego la distancia
entre ciudadanos y políticos?
Por
la noche en televisión vi el maravilloso programa de Jordi Évole, entrevistando
a Varoufakis, ministro griego de economía, y uno de los personajes europeos del
momento, logrando extraordinarias declaraciones suyas situándolo también en
contexto con sus lados grises al poner otras declaraciones de otras personas. En
un momento del programa, interviene un indignado de vida en la calle, vendedor
de revistas, tipo ‘La Farola’. Este hombre cuenta que en una ocasión estando en
la calle se cruzó con Varoufakis ya ministro, e intercambiaron un comentario
sobre que debían escuchar más la calle al menos unos minutos. El ministro le
responde que ‘no cinco minutos, tendremos
45 minutos, dentro de un rato’. El homeless
cuenta que Varoufakis entró al ministerio y salió al ratito para tener una
charla con él en un bareto de la zona. No es tan difícil ser normal.
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