Buenos
días Alcorcón. Me reincorporo a esta ventana, al menos durante un tiempo, ya
que quizás merezca la pena reflexionar sobre esta mitad de legislatura,
contraponer un balance al mostrado por el PP y afines. A pesar de mantenerme
algo alejado del público alcorconero, la realidad, en ocasiones, le da a uno un
par de bofetadas que le obligan a
gritar, aunque poca gente le escuche. Es una forma de normalizar la
circulación, de echar demonios fuera y chillar que no me gusta comulgar con
ruedas de molino. -Ni de ninguna otra forma, entiendan lo anterior como
licencia literaria-.
Y
qué me ha producido este malestar? la chulería e insolencia del PP, que ha
realizado su particular balance de media legislatura ampliamente adornado por música
y juegos florales, y las posteriores mentiras y simplezas de sus voceros, que
leí hace unas semanas y de repente me recordaron aquellas proclamas florales de
hace cincuenta años en mis tiempos jóvenes, cuando aquella mísera vida la
mostraban como modelo de perfección, pretendiendo tapar el mundo que nos
rodeaba. Nada más lejos de la realidad que los balances y opiniones que escucho
y leo, que no conducen a explicar lo que ocurre y lo que es peor, están muy
alejados de mostrar salidas favorables para el conjunto de la ciudadanía.
Permitan
unas pequeñas acotaciones antes de seguir, para situar el entorno en el que nos movemos: -Pueden encontrarlo desarrollado
en mi libro ‘El poder de los mercados. Y los españoles’-
1)
Estamos inmersos en un cambio de era comenzada con el siglo XXI y cuyo magma
que lo configura es: la globalización, el ascenso de los emergentes y el poder
de los mercados financieros. Nuestras vidas y problemas no son ajenas a ninguno
de estos grandes fenómenos, por tanto cualquier solución sin contemplar esta
realidad, será pura farfolla. No se trata de una etapa del viaje que llevábamos,
es otra dimensión muy diferente del mundo y de nuestras vidas.
2)
La crisis económica internacional de 2007 fue el parteaguas del cambio de era
global, aunque los problemas se manifestaban desde una o dos décadas antes en
cada uno de los fenómenos señalados, lógicamente. Los españoles, a pesar de
llevar cinco años de crisis, realmente estamos comenzando a transitar por este nuevo
camino del cambio de era que no sabemos a dónde nos llevará, pero que tardará
bastante en situarnos sobre la vía que tomaremos para los próximos 30 años.
3)
En España coinciden varias crisis sistémicas, no de una ciudad en particular o
de una comunidad autónoma. Soportamos una crisis económica, una crisis
política, y otra institucional, que pueden provocar un cambio de régimen y una
larga etapa de turbulencias económicas y políticas, inmersas en crisis similares
europeas, -reconfiguración de la UE, y de la eurozona, con la batalla del euro en
curso, al tiempo de la redefinición institucional de las relaciones europeas- a
su vez dentro del magma de la globalización, los emergentes y el poder de los
mercados financieros, en los que por ahora, la Europa conocida de los 15, es
una de las partes perdedoras.
4)
La crisis española es muy profunda, nada volverá a ser como antes, detonada por
la burbuja inmobiliaria y de crédito, que estalla al tiempo que la crisis internacional,
influida por ella, pero con características propias, tiene que ver con un
modelo productivo que arrastrábamos, obsoleto, que no solamente se refiere al
sector construcción, integra el problema de la energía, la falta de I+D+i,
nuestra pobreza empresarial, etc. etc. que mostraba sus carencias desde hacía
décadas y nadie se atrevió a atajar.
5)
La crisis política tiene que ver con: el agotamiento de la sociedad surgida de
la Transición, y no solo de las élites y organizaciones, y de los partidos,
cerrados, insuficientemente renovados y poco permeables a nuevas ideas y
corrientes de representación social. Las élites de poder y los intelectuales
tuvieron poca capacidad de iteración, ya que los problemas fueron visibles, hay
suficiente literatura sobre ellos, pero las organizaciones –empresariales,
políticas, sindicales, cívicas…- no los asimilaron colectivamente y no actuaron
en consecuencia. ¿Conocen ustedes proyectos de partidos políticos, desde
mediados de los noventa, que explicara la explosión de los emergentes y los
cambios inmediatos que había que acometer?
6)
La crisis económica y política, está mostrando el agotamiento de un régimen insuficientemente
preparado para reorganizar la sociedad, dirigirla, representarla y proyectarla
hacia un futuro colectivo asumido por amplias mayorías, respetado, querido,
deseado… Al contrario, al calor de los enormes problemas acumulados, las
instituciones y el régimen en su conjunto, se resquebrajan, abriendo nuevas
vías de problemas ante la falta de proyecto común. La cuestión nacional,
problema que se agravará bastante, tiene que ver, -aunque no solo-, con este
aspecto de falta de proyecto político ilusionante que los nacionalistas lo
encuentran en la independencia.
7)
Ningún problema es sencillo, ninguna explicación que lo pretenda, puede ser
simplista, -huya usted de la simpleza y del simplismo- al contrario, la
complejidad e iteración entre los problemas y soluciones serán la norma. Todo
lo externo nos afecta y nada de lo que hagamos dentro del país, o del pueblo,
tendrá por sí solo valor para resolverlo, pero al mismo tiempo, sin apoyarnos
en las propias fuerzas no encontraremos la salida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario