Me
parecía brutal, sí brutal, que la imagen de un país, transmitida por los medios
de comunicación solo fuera a partir de individuos anormales que en él viven,
seleccionados por gente ¿??????, la
imagen social dejaba al margen millones de personas que lo construyen
diariamente, la gente normal, los trabajadores.
Así
que aquellas fotos que hacía, empecé a tomarlo con mayor seriedad, trataba de
tomar imágenes de personas normales en el ejercicio de sus tareas laborales cotidianas.
Imaginaba a los niños pequeños, mis nietas, corriendo por las calles tropezando
en bancos, o losetas sueltas de las aceras, jugando con árboles o columpios,…
sin saber quien había puesto allí esos objetos.
Imaginaba
niñas jugando en los colegios creyendo que los lapiceros, libros, sillitas, los
hubieran puesto ángeles. ¿Y el edificio en el que estaban?, ¿y su casa? ¿Quien
lo había hecho? Y la luz, ¿por dónde viene, quien la fabrica? ¿Y el agua? tocan
un grifo y sale, y ¿donde va cuando desaparece y por donde viene?
Las
preguntas son miles y debemos contestarlas, responder a todo el mundo que todo aquello
que nos rodea en casa y en los centros comerciales, lo hacen trabajadores, en talleres o en las fábricas y que distribuyen en los comercios, compran y venden carne,
pescado, fruta… que otros trabajadores previamente han elaborado.
Por
muchas razones que pretenden encumbrar un grupo de listillos, el trabajo ha
desaparecido de nuestra vista, se oculta, se menospreció por montones de
individuos situados en la llamada parte alta de la sociedad, pero al menos
quedaba protegida la dignidad en círculos de obreros y trabajadores, algunos de los que lo ejecutaban, presumían de ello.
No
crean que es sencillo hacer esto, había fotógrafos maravillosos como Sebastián
Salgado, que hicieron y hacen increíbles maravillas fotografiando gente
miserable en los peores trabajos del mundo, minas, desguaces… Yo no pretendía hacer
eso, -tampoco sabría-. La idea del
fotoperiodismo, podía ser válida, pero tampoco las guerras, migrantes,
desastres naturales… quedaban cerca de la realidad diaria.
En
mis intenciones encajaba más, la gente normal, la de mi barrio, aquella que
sale a la calle y encuentra todo colocado, parece que alguien ha puesto allí los jardines,
los comercios, los bancos, las isletas de basura, semáforos, pasos de peatones,
bordillos, quioscos, árboles, plantas, barandillas, polideportivos, autobuses, bares,
mercados, columnas de luz, garajes… Gente normal en la calle normal. En los
tiempos que corren me pareció importante destacar, visibilizar a quienes lo
hacen posible, los trabajadores.
PD.
De vez en cuando aparecen dificultades, encuentras un tipo que no quiere
fotografías, pinta el suelo de las isletas y te amenaza, te habla de derechos…
bla, bla, bla,l prefiere que su trabajo sea invisible, cree que eso es mejor para defender sus derechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario