El feminismo contemporáneo quizá sea el dominio
intelectual y político sometido a una mayor transformación y a una crítica
reflexiva más intensa
… subrayar
que estamos lejos de los tiempos del sufragismo, cuando las mujeres exigían el
derecho al voto o la igualdad ante la ley. Esa igualdad sigue estando sometida
a grandes desajustes, pero, con el tiempo, el feminismo se ha alejado de la
confrontación con el varón que la caracterizó en sus comienzos para plantearse
qué es ser mujer y cómo sería el mundo si la gestión del poder estuviera en
manos del sujeto femenino. Una pregunta lógica que se hacen muchas mujeres al
ver las ciegas embestidas del machismo. La mujer es un sujeto colonizado, objeto
de toda clase de apropiaciones. Es un ser invadido: por el apellido del varón,
por el sexo del varón, por el feto del bebé, por la crianza, por el dominio
masculino, por la ideología patriarcal que la mantuvo sometida, por los
dictados de la moda, por la exigencia de un canon de belleza imposible, por su
propia ética del cuidado del otro. Y esa apropiación efectuada sobre el nombre,
el cuerpo y la mente de la mujer, que por su parte nunca pretendió colonizar al
hombre, explica el rendimiento intelectual que de su análisis han extraído los
estudios poscoloniales. En todo caso, la fina lluvia de feminismos convergentes
ha permeado la sociedad española, transformándola radicalmente y desterrando
los comentarios soeces y descalificadores al exilio que merecen. Es un éxito
colectivo. Nuestra sensibilidad ha cambiado por fin con relación a la mujer
tras fortísimas resistencias y una misoginia brutal. Cambió el tratamiento de
los medios, cambió la política, los hombres han cambiado. Y las mujeres también…
Todos menos algunos recalcitrantes como el alcalde David Pérez
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