sábado, 3 de diciembre de 2016

La mitad del cielo. Y el alcalde David Pérez


El feminismo contemporáneo quizá sea el dominio intelectual y político sometido a una mayor transformación y a una crítica reflexiva más intensa

… subrayar que estamos lejos de los tiempos del sufragismo, cuando las mujeres exigían el derecho al voto o la igualdad ante la ley. Esa igualdad sigue estando sometida a grandes desajustes, pero, con el tiempo, el feminismo se ha alejado de la confrontación con el varón que la caracterizó en sus comienzos para plantearse qué es ser mujer y cómo sería el mundo si la gestión del poder estuviera en manos del sujeto femenino. Una pregunta lógica que se hacen muchas mujeres al ver las ciegas embestidas del machismo. La mujer es un sujeto colonizado, objeto de toda clase de apropiaciones. Es un ser invadido: por el apellido del varón, por el sexo del varón, por el feto del bebé, por la crianza, por el dominio masculino, por la ideología patriarcal que la mantuvo sometida, por los dictados de la moda, por la exigencia de un canon de belleza imposible, por su propia ética del cuidado del otro. Y esa apropiación efectuada sobre el nombre, el cuerpo y la mente de la mujer, que por su parte nunca pretendió colonizar al hombre, explica el rendimiento intelectual que de su análisis han extraído los estudios poscoloniales. En todo caso, la fina lluvia de feminismos convergentes ha permeado la sociedad española, transformándola radicalmente y desterrando los comentarios soeces y descalificadores al exilio que merecen. Es un éxito colectivo. Nuestra sensibilidad ha cambiado por fin con relación a la mujer tras fortísimas resistencias y una misoginia brutal. Cambió el tratamiento de los medios, cambió la política, los hombres han cambiado. Y las mujeres también…

Todos menos algunos recalcitrantes como el alcalde David Pérez 

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