lunes, 9 de diciembre de 2013

La cuestión catalana durante la II República


           
La Constitución de la República es un icono de progresismo, veamos como plasmó la cuestión nacional y el resultado de aprobación. Las cifras son importantes, porque reflejan la correlación de fuerzas en cada momento, entendiendo que son cambiantes, esta ley fundamental se aprobó el 9-12-1931 por la diferencia de 170/152, lo cual mostraba, como luego se comprobó, una sociedad muy diversa pero que podría partirse en dos, con fuerzas parejas a cada lado. En su artículo 1º se constituye como Estado integral, no cabe la secesión, al igual que reflejan todas las constituciones democráticas, sigue diciendo que un Estado integral compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones. En aquellos momentos la cuestión nacional no contempla el término nacionalidad, el cual aparecerá posteriormente en la Constitución de 1978. Julián Marías lo considerará una concesión a una moda, imprecisa, impuesta por los medios, citado por Santos Juliá. -El término Regiones aparecerá también en la Constitución de 1978.- 

El 14 de abril de 1931, Francesc Maciá proclamó la República Catalana, Estado integrado en la Federación de Repúblicas Ibéricas. Aquella Federación de Repúblicas Ibéricas no existía, otra vez se producía una ruptura unilateral sin considerar la correlación de fuerzas. Urgentemente 3 ministros, dos de ellos catalanes, se trasladaron a Barcelona para reconducir aquella situación. El 17 de abril se proclamó la Generalitat, como forma de tapar aquella nueva república catalana proclamada. Se traba de mantener vivos los acuerdos adoptados en agosto de 1930 entre republicanos, socialistas y catalanistas en el Pacto de San Sebastián, el cual establecía que Cataluña desarrollaría libremente un Estatuto de Autonomía en el que regulara su relación con el conjunto del estado, el acuerdo se hacía extensivo a otras regiones. Entonces –parecido a Zapatero en el Estatuto actual el 2004- la mayoría de los reunidos pensaban que se desarrollaría dentro del marco del régimen republicano que se proclamaría posteriormente en el cual se recogerían los derechos individuales de todos los ciudadanos españoles. El acuerdo se trasladó a la comisión que negociaba el artículo 11 de la Constitución de la República que posteriormente se aprobaría en diciembre. Mientras tanto, en Cataluña sin esperar la proclamación constitucional, una vez acordado en la comisión de julio, en agosto celebraron un plebiscito sobre su proyecto de estatuto aprobado por amplísima mayoría.

Las Cortes constituyentes elaboran la nueva Constitución promulgada el 9 de diciembre configurando el nuevo Estado. En las elecciones a Cortes solamente votaron hombres, no las mujeres, que tenían reconocido derecho pasivo, a ser candidatas no a votar universalmente, solo fueron elegidas 3 diputadas y aquella Constitución aprobó el voto de las mujeres en igualdad. La Ley Fundamental recogía el sentir mayoritario favorable a una España plurinacional, pero enfrente había fuerzas poderosas opuestas a los nacionalismos, lo cual deja como resultado la Constitución de la II República que conocemos, con aspectos menos favorables al soberanismo que las pretensiones independentistas. La pregunta que debería guiar la acción de los líderes políticos sería ¿una ley avanzadísima, sin apoyos suficientes, sería preferible a otra avanzada, pero con mayorías aplastantes que faciliten su duración y aplicación? O dicho de otra forma, los iconos revolucionarios, o progresistas, tienen poca utilidad si no consideran la correlación de fuerzas que los haga posible. 

El proyecto de Estatuto de Cataluña se sometió a debate en mayo del 32, previa redacción por la comisión catalana en Núria, dominada por Esquerra, federalista, se definía como Estado, contemplaba la propuesta de Países Catalanes con Valencia y Baleares, -que aún hoy mantienen muchos independentistas-, establecía el catalán como único habla, todo ello chocaba frontalmente con la legalidad constitucional republicana lo cual generó agrias polémicas en las Cortes al ser discutido, y encendidos debates en las calles. Creaba la Generalitat como órgano de gobierno, integrada por un Parlament, un presidente elegido en el parlamento y un consejo ejecutivo como gobierno. Manuel Azaña fue uno de sus mayores defensores durante todo el proceso, llegando a ser encarcelado acusado de connivencia, con motivo de la proclamación de independencia que efectuó Companys en 1934 al calor de la revolución asturiana de octubre. 

El Estatuto se aprobó el 9 de septiembre de 1932, -en Cortes 314/24, en referéndum catalanista por el 90% de una participación del 75%, citado por Tuñón de Lara; Tamames dará las cifras de 97% y 334/24- Fue elegido primer presidente de la Generalitat Fracisco Maciá, de ERC, muerto al año siguiente; le sustituyó Lluís Companys, abogado sindicalista, fundador de la ‘Unión de Rabassaires’, aparceros catalanes. Durante la revolución de octubre de 1934, el día 6, proclamó unilateralmente el Estado Catalán de la República Federal Española, aquello era una insurrección equivalía a una declaración de guerra, tras ser desarticulada por la República, se suspendió la Generalitat, restablecida en abril de 1935 y Companys fue encarcelado, saliendo tras la victoria del Frente Popular. Posteriormente fue fusilado en 1940 por el franquismo, tras ser entregado por la Francia alemana de Vichy al final de la guerra. En 1936, al calor de la victoria electoral del Frente Popular, fueron presentados estatutos de autonomía de Vascongadas, Aragón, las Castillas, Asturias, Valencia, Canarias, Extremadura, Baleares y Andalucía. Tras el golpe de estado será promulgado rápidamente el de Euskadi, quedando el resto arrinconado, hasta la Constitución de 1978, en la que influyó esta situación.


Si Cataluña continuara colaborando con el Estado español, que humilla la bandera, profana la lengua, adultera las tradiciones y roba las riquezas, sería aceptar una complicidad en su propia deshonra.
Queremos una República catalana independiente en cuanto tenemos plena conciencia de la personalidad de Cataluña, porque esa es nuestra voluntad, que nadie ni nada torcerá.
Francesc Macià (1859 - 1933)

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