miércoles, 24 de abril de 2019

Contra estos espectáculos, los llamados debates

Copio parte de un artículo que expresa mi sentimiento sobre estos mal llamados debates: Contra estos debates. Josep María Vallés. 24 abril 2019

''Con este formato, es muy dudoso que la ciudadanía consiga hacerse una idea de las políticas públicas de cada partido

He oído decir que cronometradores de baloncesto son los responsables de marcar los tiempos en los debates electorales de la campaña. Con todo respeto para estos profesionales, la noticia confirmaría que el diálogo democrático tiende a ser sustituido por un espectáculo de impacto emocional, más cercano a las competiciones deportivas que al intercambio de argumentos. En este debate-espectáculo cuenta la apariencia de los candidatos y su agilidad dialéctica. Poco o casi nada importa el fundamento razonado de sus propuestas. Cada participante dispone de unos 25 minutos para desarrollarlas. Cuesta imaginar que basten para dar una idea cabal de los pros y contras de cada propuesta, sea social, económica, institucional o cultural.

Pero no importa. Un minuto constituye una eternidad en términos de mensaje publicitario que se mide por segundos, tan cruciales también en contextos deportivos para sentenciar un partido. Para los expertos en estos debates, publicidad comercial y deporte-espectáculo parecen ser los patrones que determinan la comunicación política en nuestras débiles democracias. Y así nos va.

Con este formato, es muy dudoso que la ciudadanía consiga una idea aproximada de las políticas públicas que promete cada candidato por si le toca asumir responsabilidades gubernamentales. Y más dudoso todavía es que cada candidato pueda replicar a las objeciones planteadas por sus contrincantes. No pueden ir más allá de fórmulas simplistas y esquemáticas para explicar cada política. Al mismo tiempo, el intercambio entre ellos se ve generalmente limitado al fogonazo de una frase brillante —prefabricada o improvisada— o al golpe bajo de una insinuación maliciosa, de una descalificación personal o de una descarada falsedad.

Al estilo de los llamados analistas en las tertulias, los candidatos actúan bajo presión para marcar y extremar discrepancias. Queda muy en segundo plano la identificación de puntos de acuerdo que permitirían construir alternativas para resolver problemas pendientes. Es improbable que debates de este formato mejoren la calidad de nuestra maltrecha democracia y aumenten la satisfacción ciudadana sobre su funcionamiento. Más bien al contrario.''

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