El
Sistema Nacional de Salud como paradigma del dilema español
El
sintagma “crisis reputacional” nació asociado a las prácticas irregulares,
cuando no delictivas, de la banca y desde ahí fue extendiéndose, cual mancha de
aceite, sobre gran parte de las instituciones en cuyo entramado descansa o se
agita la vida social. Lo curioso es que los organismos que conservan su
reputación progresan poco o mal. Se diría que la ausencia de honra constituye
más un mérito que una rémora. ¿Quién siente aprecio por su compañía eléctrica,
por su suministradora de gas o por su banco? Nadie, sin duda, y con razones más
que fundadas para ello. Pero dependemos hasta tal punto de sus servicios que no
podríamos mandarlos a freír espárragos. Se diría que crecen, que engordan y que
se multiplican gracias a nuestro desafecto. …
Una
organización, en cambio, como el Sistema Nacional de Salud, cuyos empleados se han jugado
la vida a lo largo de este difícil año, y que goza de la admiración y el cariño
de los contribuyentes, ha de sacar adelante su trabajo con enormes
dificultades. Recuerden que empezaron defendiéndose del virus con bolsas de la basura y que
enfermaron y murieron, sobre todo en la primera ola de la pandemia, cuidando de
nuestros padres, nuestros hijos, nuestros vecinos o de nosotros mismos. No hay
crisis reputacional ahí, pero hay salarios bajos, contratos temporales que se suceden sin
interrupción, problemas de presupuesto, etcétera. Es un ejemplo que
podríamos ampliar si dispusiéramos de más espacio, pero es un ejemplo que
evidencia los beneficios de la mala reputación en este perro mundo en el que
nos ha tocado vivir.''
PD. Recuerden: La sanidad depende de las Comunidades Autónomas. Las responsabilidades deben exigirse principalmente en cada autonomía.
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